jueves, 12 de abril de 2007

Una historia de inmigrantes...

Un concepto del filósofo griego Heráclito dice:
Sin la esperanza es imposible encontrar lo inesperado
Tal vez ese haya sido el pensamiento que cruzó la mente de más de un inmigrante ante la posibilidad de dejar su país, para atreverse en un lugar desconocido, sin saber qué encontrarían a su arribo, pero justamente lo inesperado fue... una nueva forma de vida.
Al comenzar el siglo 19, el mundo estaba mejor conectado, la aparición de los barcos a vapor, permitieron verdaderos progresos en la navegación comercial.
Numerosas compañías marítimas se anunciaban dispuestas a cargar multitudes y llevarlas desde Europa hasta el otro lado del Atlántico. Es así que aun en los pueblos más pequeños, aparecían afiches que invitaban a cruzar el mar, los de las compañías que tentaban con destinos venturosos como Argentina, a emigrar.
El destino quizás cumplía su palabra, pero la travesía en barco distaba de ser una alegre aventura. La gran mayoría viajaba en tercera clase, y era una larga y compleja experiencia. Acechaban dificultades de todo tipo, empezando por el hacinamiento, la mala alimentación, el movimiento del barco, y hasta las enfermedades. Eran tan precarias las condiciones de las naves, que las autoridades de los distintos países, debieron regular los aspectos sanitarios de los viajes.
Había por supuesto un gran contraste entre los pasajeros de primera clase, con buena ropa y fino calzado, con la gente de tercera, con ropas muy humilde, de todas partes de Italia. Como la mayoría venía de lejos, algunos pasaban una o dos noches por las calles de Génova, esperando para embarcar, cansancio y sueño les marcaba el rostro, pero allí estaban, acariciando una ilusión que les entibiaba el alma.
Obreros, campesinos, mujeres, niños, caminaban esquivando valijas, baúles de todo tipo y tamaño, cajones, fardos de mantas, colchones, y toda clase de bártulos.
Los que tenía más dinero dormían en camarotes, otros en la bodega. Y lo hacían separados hombres de mujeres. Para comer, los que pagaban más tenían mesa, los otros iban a la cocina a buscar la comida y se sentaban a comer en cubierta, entre las máquinas.
Se oían distintos idiomas, porque embarcaban desde distintos puertos, sobre todo italianos y españoles, también turcos que como no se entendían, se mantenían apartados.
Al cruzar el Ecuador, la ancha cintura que divide en dos al planeta, la tradición se imponía: Todos a celebrar, con música, disfraces, bailes, allí si que desaparecían las diferencias sociales, si no se entendían con palabras, usaban gestos, y era una noche de olvido y alegría.
Entre 1887 y 1905 se establecieron en el sur cordobés 348 colonias, gracias a la iniciativa de la Compañía de Tierras del Ferrocarril Central Argentino.
El Piamonte fue la región italiana que más inmigrantes dio al país. De las 200 asociaciones piamontesas que hay en el mundo, 96 son argentinas y 66 de ellas pertenecen a Córdoba y Santa Fe. Los habitantes de San Francisco se enorgullecen de tener uno de los dos únicos monumentos piamonteses en el mundo.
En 1869 la Argentina tenía 1.740.000 habitantes y el 12 % eran extranjeros.
En 1914 los extranjeros trepan al 30% con un total de habitantes 7.900.000, pero en 1947 con casi 16.000.000 de habitantes, el porcentaje de extranjeros cae al 15%, y en 1960, con algo más de 20.000.000 de habitantes, el porcentaje es de 13%, son las fluctuaciones que se fueron dando por distintas causas.
Y ahora vamos a recordar a aquellos pioneros, que –cien años atrás- arribaron a Argentina, con sueños e ilusiones, como tantos, para formar una familia, ellos fueron :
JOSÉ MARTINI Y ANA LASINO
José nació el 6 de abril de 1859 y Ana el 25 de marzo de 1869, se casaron y formaron su familia en Pinerolo, en la campiña, tuvieron nueve hijos, pero acechados por las guerras mundiales, la pobreza que se extendía por todo el país, la falta de trabajo, lo pensaron y volvieron a pensar, eran jóvenes, llenos de entusiasmo, con muchas ganas de trabajar y deseos de progresar, tomaron la decisión, tenían dos vacas, las vendieron y fueron vendiendo cuanto tenían –que era poco – para financiarse el viaje a Argentina, no les alcanzó mas que para pasaje en tercera clase, la travesía fue larga y difícil.En el barco venía un contingente de hombres negros, de África tal vez? con destino a Brasil, que requería mucha mano de obra para los cafetales, algunos eran bebedores y por lógica pendencieros, pasaron días y días de profundo temor, pero...estaban embarcados, corría el año 1906 y por fin arribaron a Argentina, expectativa en los adultos, asombro y curiosidad en los niños.
Esteban, el mayor, tenía 15 años, le seguía Juan 13, José 12, Miguel Ángel 11, Luis 10, Rosa 8, Ana 7, Severina 5, y Esther 2 años.
Se dirigieron a Angélica, provincia de Santa Fe, se comunicaron con la familia Sigulotti, parientes de Andrés Culasso.
Ana contaba que iban a misa en sulky, a San Vicente. Poco tiempo después, decidieron venir a Jovita, se conectaron con don Andrés Culasso, pero dónde alojar tanta gente, eran once personas, armaron una carpa en el patio de don Andrés –hoy tiene casa allí, Walter Martini con su familia -hasta que consiguen arrendar campo en Mattaldi.
Araban con seis arados, y cuando podían se ocupaban como peones en campos vecinos, trabajaron y progresaron, tal como se lo habían propuesto. la familia se hizo grande, se fueron casando los hijos y dejando la chacra vieja, la de los sueños cumplidos...
Esteban, casado con Ana Gázzera, tuvieron nueve hijos.
Juan Bautista con Catalina Gerbaudo, cuatro hijos.
José y Emma Malano, cuatro hijos.
Rosa Aída se casó con Antonio Biancotti y tuvieron seis.
Ana María con Francisco Calvi, tres hijos.
Severina Teresa y Francisco Girardo, cuatro descendientes.
Esther Josefa y Enrique Huber, dos hijos.

José y Ana comenzaron hace 100 años a escribir la historia de sus vidas, se preguntarían que episodios vivirían, que cosas acontecerían, cuanto crecería su familia. Y su familia fue como el trigo que sembraban, un puñado de semillas y luego a contemplar ese mar de espigas que ondulaba.
Hoy pertenecemos a esa savia que continua dando vida nueva a esa familia que comenzó solo con dos personas, nueve hijos, y fue sumando retoños hasta llegar, a finales del 2006 con trescientos setenta descendientes y vamos por más!!!
Gracias José y Ana, que Dios bendiga a toda su familia.

Palabras leidas por Inés Mercedes Monge de Girardo en la "Fiesta de Martini - 2006"
(Inés, para todos "Neca" es esposa de Luis Francisco Girardo, hijo de Severina Martini.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola,somos de Bahia Blanca, nosotros tambien somos Martini, por la historia que cuentan nos recuerdan mucho a la nuestra, en origen nosotros tambien eras piamonteses. Aca en Bahia Blanca somos pocos los Martini.Nos alegramos mucho de escuchar que se reunan con tanto entusiasmo para festejar en familia.

Saludos
de otra rama de los Martini.

Miriam Edith Martini

Anónimo dijo...

HOLA, ESTOY BUSCANDO HACE UNOS AÑOS A MI AMIGA MARIELA MARTINI, LE PERDI EL RASTRO Y ME GUSTARIA QUE ME AYUDEN. ELLA ES CORDOBESA, DELGADA, MUY SIMPATICA, DE 1,70 APROX Y UNOS 33 A 36 AÑOS.
ESPERO QUE PUEDAN AYUDARME, MI EMAIL ES ventasargentina@speedy.com.ar

saludos martin